jueves, 9 de octubre de 2014

Todo por un libro

Me encuentro en un cuarto chico, escaso de aire, cuadrado, como las mentes de quienes me mantienen privada de libertad. La angustia cuestiona mis actos, no lo aguanto, quiero salir de acá, ¡respirar!, pero me tienen encerrada, miro para todos lados, es chico, no hay salida.
 Me invade una angustia y me pesan los ¿por qué?, siempre cedo a mis impulsos, y mis adicciones son mayormente literarias, ¡me encanta leer! Y es que estaba ahí el libro que yo más quería y que ninguna biblioteca pública poseía, sólo veinte mil pesos y era mío, pero el problema es que yo no tenía esos veinte mil pesos, de haberlos tenido, no estaría en esta bochornosa situación. El sueldo que recibo me alcanza para pagar mi vida, luz, agua, arriendo, locomoción, uno que otro libro por mes, pero este mes ya había pasado por una librería y me vi en la complicada situación de escoger sólo uno porque los libros en Chile son demasiado caros, como si los quisieran hacer más inaccesibles, tal vez porque les conviene. Pero los guardias que me vieron escondiendo ese libro entre mis cosas no pudieron entenderlo al verme salir, sin siquiera preguntar o sacar conclusiones, me trajeron detenida a este cuarto y sólo lamenté haber estado tan cerca de disfrutar las lectura de esas páginas. Conocía los riesgos antes de tomar ese libro sin pagarlo y era disfrutar del cielo y salir victoriosa o sufrir las penas del infierno al ser pillada.
 Ya van dos horas aquí, sigo esperando a que decidan qué hacer conmigo, al menos esa decisión es más fácil para ellos que para mí. El hambre y mis necesidades fisiológicas comienzan a aparecer, miro el celular y reviso las redes sociales, comienzo a experimentar la envidia de querer estar en los zapatos de todo aquel que no se encuentra en mi lugar, y ese es lo único que me une al mundo exterior, a los que me tienen aquí no les importa, soy una delincuente, sin derechos, sin motivos, sin emociones, lo único que esperan es que me lleven donde toda delincuente debe ir y así siguen ellos ejerciendo su trabajo de guardias, como máquinas que no cuestionan nada, a fin de mes les espera un cheque donde van a cobrar lo mismo que recibo yo, comprarán sus cosas, pagarán sus cuentas, pagarán para poder vivir, para poder llevarse comida a la boca, es más fácil seguir la vida así, trabajando más que viviendo, mientras sus jefes gracias a sus obreros pueden darse otra vida paralela, en exceso, conocerán muchos más países de lo que sus obreros mismos pudiesen o anhelasen conocer, otra vida, paralela pero absolutamente ajena a una vida de trabajo de un simple obrero para concluir con una pensión miserable en sus últimos años.
 En estas cuatros paredes comienzo a conocer los efectos reales de la palabra claustrofobia, por primera vez, siento que no hay aire suficiente, golpeo la pequeña ventana para preguntar a qué hora me liberarán y hacen caso omiso a mi pregunta, les está prohibido hablar con la delincuente, me vuelvo a sentar, miro el celular nuevamente, mi novio pregunta donde estoy, evito responderle. Recuerdo cómo comenzó el día, normal, yo era libre, no era una delincuente, si yo estuviera afuera, donde están las personas buenas que no roban, como yo,  y le preguntara algo a estos guardia, de seguro me habrían respondido de manera cordial, como las personas que somos, pero se me olvida, ya no soy persona, no tenía cómo pagar, sólo quería ese libro, y ese par de chocolates que se me olvidó mencionar, ¿era mucho pedir? Pudieron habérmelos regalado! Es una multitienda que pagan menos patentes e impuestos que un almacén de barrio, No sé si este mundo está de cabeza o soy yo.

 Esta tarde había venido a hacer un poco de tiempo mientras esperaba que abriera la oficina de pagos, cuando lo vi, ese libro que hace tiempo quería, lo tomé y me pregunté: ¿Qué le impide ser mío? Estamos tan cerca, si pudiera retroceder, abría dejado el libro ahí y me olvidaba del asunto, o me sentaría a disfrutarlo leyendo en el piso, que cosa mas linda!, pero no me habrían dejado tampoco. En este país hay que pagar por todo, y demasiado más por leer, muchos dicen que comprar trago es mas barato que leer y nadie hace nada al respecto. Yo no tenía el dinero, pero ese angelito malo que a menudo asalta mis pensamientos apareció y le hice caso y por hacerle caso estos guardias que no se conformaron con mis disculpa me encerraron aquí para pagar con hambre y angustia mi delito.
 Dos horas y media y la puerta al fin se abre, llegan dos carabineros que no aceptan  tampoco mis disculpas y comienzo a llorar, es la primera vez que me colocan esposas en mis manos, tampoco cuestionan que sólo intenté robarme un libro , y ese par de chocolates , y me parece que nunca nadie se cuestiona nada. Me llevan esposada ante las miradas de todos los clientes que estaban comprando, muchos de ellos podrían reconocerme y reprocharme: soy oficialmente una delincuente ante los ojos de todos. Ni siquiera cumplí mi propósito porque lo hice tan mal, y no sé porqué eso me dio risa.
 Me suben a la camioneta, estos dos hombres disfrazados , podrían hacerme lo que quieran, dejarme libre, por ejemplo, pero me llevan a un consultorio” a constatar lesiones” pero “no hay lesiones” dice el doctor, -¿ cómo que no hay lesiones doctor?- digo yo - ¡exijo ver un psicólogo! – pero en estas ocasiones no hay quien pueda ver tus daños psicológicos , no soy una persona, verdad, soy una delincuente, por eso debiera actuar como un robot, como ellos, siguiendo órdenes, paso a paso, no cuestionar nada, mucho menos comer, un robot no puede tener hambre, frio, ni necesidades fisiológicas, un robot no roba libros!.
 Afuera llueve, afuera la gente camina, libre y parecen no ser conscientes de esa libertad, afuera nadie siente pena por mí, miro mis manos esposadas y mis muñecas son tan delgadas que si lo intento hasta me las podría sacar, pero estos dos carabineros me custodian, llevan armas y son más grandes que yo, pero aún así me deben mantener esposada.
 Llegamos por fin a la parte final de todo este procedimiento metódico : la comisaría, al llegar veo al resto de sus compañeros carabineros mirando su novela, pegados al televisor, yo , tan adicta a la lectura, me pongo a leer sus boletines de actividades extra laborales  para darme cuenta que bajo toda esa coraza y mentalidad sin cuestionamientos son personas, personas que podrían ser un poco más como yo, llenar sus mentes de información para que el pensamiento y sus actos sean más independientes y subjetivos… pero qué cosas pienso!, soy una delincuente, y debo pagar , aunque creo que internamente ya lo pagué con creces. Vuelven hacia mí diciendo que no tengo antecedentes y me sueltan las esposas, ahora puedo ir al baño si deseo y comienzan a hablarme más, eso si , debo esperar a que rellenen mi ficha y manchen mis antecedentes.
 Mis primeros minutos de libertad otorgada por ellos, los disfruto dirigiéndome al baño, y desde ahí comienzo a ser una persona, me siento junto a ellos quienes siguen pegados a su televisor y me pregunto si yo también debiese ser así, hipnotizarme  bajo los hechizos de un aparato cuadrado, ¡los libros son mi perdición!, enfocar mis ojos y mi mente hacia esa novela, hacia los comerciales que hay entre medio donde me dicen que necesito comprar y comprar, pero no! Nunca!, yo seré una delincuente, pero ellos son unos esclavos, un rebaño, anhelo una revolución intelectual.
 Al fin rellenan mi ficha y me voy, ya es de noche, mi novio sigue llamando, ni siquiera sé donde se toma la micro a casa, comienza a llover pero disfruto ese cielo libre, allá arriba no hay leyes, no hay víctimas de un estado desigual.
Disfruto esos minutos respirando y caminando hacia donde yo quiera, al fin llego a  casa y me encuentro a mi novio preocupado, él me conoce, él si lo entiende, me refugio entre sus brazos, se detienen los pensamientos porque  no puedo parar de llorar.

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